Un día en el servicio de atención a familias en la Casa Fratelli Tutti

Por primera vez en mucho tiempo, Velkys y su hijo Brian sonríen con la alegría de ser escuchados y bien recibidos. Después de abandonar su Venezuela natal y de un periplo por varios países donde sufrieron el rechazo, la xenofobia y hasta la violencia física, esta joven madre y su hijo de seis años, llegaron a Madrid donde Velkys asegura que «todo ha sido mucho mejor, porque hemos encontrado personas que nos han tendido la mano».

La joven madre cuenta su historia tomando una taza de café y unas galletas junto a su hijo en la Casa Fratelli Tutti de la Comunidad de Sant’Egidio donde cada vez más familias reciben una cesta alimenticia con productos de primera necesidad, pero también un momento de escucha, acogida y orientación sobre cuestiones prácticas, algo tan importante cuando la adversidad golpea.

«Es también alimento para el espíritu y el estado de ánimo porque ya no estamos tan solos».

De luchar para salir adelante y chocar contra el muro de la indiferencia o la discriminación sabe muy bien Zainab, una madre nigeriana que junto a sus tres hijos acude al Servicio de atención a Familias de la Comunidad de Sant’Egidio. La vida de Zainab y sus hijos está marcada por la violencia de su ex pareja, las puertas cerradas y la lucha por integrarse en una ciudad en la que vive desde ya hace ocho años.

Pese a todo, Zainab desafía la adversidad con una sonrisa y derrocha casi tanta energía como sus gemelos de dos años y su hijo de cuatro que corretean por todos lados. Mientras nos enseña un video donde la gente de su pueblo está bailando y riendo, comenta en perfecto español que lo que más echa de menos de su tierra es la alegría y el sentido de comunidad que se vive pese a la escasez y la pobreza.

Aquí la gente tiene de todo y aún así está triste, enfadada y siempre tiene prisa.

Para Velkys, Zainab y muchas familias que acuden a recibir una cesta completa de alimentos frescos y no perecederos, la amistad, la acogida y la oportunidad de conocer a otras personas es tan importante como la ayuda material.

Cada semana reciben ayuda alimentaria, acogida y orientación muchas familias lideradas por mujeres, algunas de ellas víctimas de violencia, otras embarazadas. Vienen de diferentes países como Venezuela, Ecuador, Marruecos, Nigeria, pero también hay un buen número de españolas. ¿Qué tienen en común? Todas coinciden en que cada vez es más difícil llegar a fin de mes, porque los precios suben y el trabajo escasea.

Eva Martínez, responsable del Servicio de Atención a familias de Sant’Egidio Madrid, explica que la demanda de apoyo alimentario de las familias se ha cuadriplicado tras la pandemia y la crisis económica que le siguió, por lo que la Comunidad de Sant’Egidio ha tenido que incrementar también sus esfuerzos para atender esta creciente necesidad.

Pero más allá de la ayuda material y práctica, este espacio de acogida permite crear redes y forjar amistades tanto con los voluntarios de la Comunidad de Sant’Egidio que les acogen y escuchan, como también entre las propias familias. Desde este servicio a las familias, comenta Eva Martínez, se detectan los niños que necesitan apoyo escolar y que pueden participar en las Escuelas de la Paz, el servicio de educación para la paz y apoyo escolar que tiene la Comunidad de Sant’Egidio en los barrios de Pan Bendito, Lavapiés y Malasaña.

El Programa de Atención a mujeres embarazadas y madres sin recursos se realiza con el apoyo de:

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