Sant’Egidio con los refugiados sirios en el Líbano. Primeras ayudas a Beirut y la Bekaa

Una delegación de Sant’Egidio se ha reunido con refugiados y ha entregado productos de primera necesidad. 

La batalla de Damasco y la de Alepo han creado nuevas oleadas de refugiados sirios. Un ejemplo doloroso para todos es la Ciudad Vieja de Homs, donde había casi cien mil cristianos, y hoy quedan apenas unas docenas. La mayor parte de refugiados todavía están dentro de Siria: de Alepo a Damasco, de Homs a Alepo, de Deir el Zor a otras ciudades, de Hama hacia los pueblos y las ciudades que parecen menos afectadas por los enfrentamientos. Pero el escenario cambia rápidamente y nuevos flujos de refugiados se desplazan, sin nada. En el extranjero, una parte está en Turquía, otra en Jordania y unos 50 mil en el Líbano.

Unos primeros apuntes:

Fuimos para ayudar a los desplazados de las últimas semanas. El Alto Comisionado para los Refugiados de la ONU registró unos 35 mil. De ese modo pueden recibir asistencia. Muchos están en las casas, de alquiler o en lugares adaptados, en el norte, en la zona de Trípoli, en Beirut y en la periferia, en el valle de la Bekaa, en Baalbek. Solo en Trípoli se calcula que 3.000 se registrarán en estos días. Algunos temen que, al registrarse, entren en listas que pueden excluirles de la posibilidad de volver a Siria,más tarde. Intentamos conocer a una parte de los que no tienen protección, y entender dónde están las zonas de mayor necesidad en el Líbano. Y quiénes son los desplazados sirios, no solo cristianos, aunque el Líbano, respecto a Turquía y Jordania, tiene zonas de mayoría cristiana que actúan como punto de atracción, por el miedo al futuro.

Una noche en Beirut. Ayuda alimentaria en la periferia

Beirut es una ciudad en pleno crecimiento. Grandes hoteles, centros comerciales, grúas que no paran nunca de construir. La Corniche, el mítico paseo marítimo de  inicio del siglo XX o de los años sesenta, ha perdido poesía y ha ganado poder, con el skyline que la acerca a Miami o a otro lugar occidental de mar y de vida nocturna. Pero en Beirut hay varias “ciudades”, que no se comunican mucho entre ellas.

Encontramos a amigos sirios y libaneses con los que entramos en los campos palestinos de Beirut (son muchos, nosotros recordamos los nombres de los que participaron en la guerra de los años ochenta, como Sabra y Chatila).

En los campos palestinos hay algunos cientos de familias de refugiados sirios que han alquilado bajos y «minipisos» con pocas ventanas y muchas ratas para poderse cobijar. Los palestinos han aceptado dejarles entrar. Cobran poco, son los alquileres más bajos que existen en Beirut. No hay trabajo, no hay comida, el 70 por ciento son mujeres y niños.

Empezamos a ayudar al menos con los bienes de primera necesidad: en casa de una familia que estaba allí desde hace treinta años (dos habitaciones, ninguna ventana) hicimos paquetes para 55 familias, 6-7 kilos entre arroz, azúcar, habas, lentejas y pasta. Los llevamos con jóvenes voluntarios (que durante el día trabajan), y estuvimos desde las nueve de la noche hasta la una de la madrugada repartiendo en las distintas casas de los refugiados sirios. En uno de los edificios las cloacas no funcionaban y los vertidos corrían por las escaleras. En las plantas bajas para entrar hay que saltar un escalón que sirve para evitar que entren las ratas.

En total son unas 200 familias. Queremos intentar que 200 familias (unas 1.000 personas) tengan lo imprescindible. Y estamos estudiando la posibilidad de hacer una escuela autogestionada para los niños, con los jóvenes voluntarios con los que colaboramos. Estamos estableciendo una relación con una fundación libanesa, que puede ofrecer visitas gratuitas y asistencia sanitaria para las necesidades ambulatorias y hospitalarias, en el hospital Hariri de Beirut, con la ayuda de la GNK Foundation y de la doctora Inati.  

Un viaje y primeras ayudas en la Bekaa

El valle de la Bekaa ha recibido a muchas familias del campo de la zona de Homs. A simple vista domina el color negro, son todas mujeres, algún anciano, niños en brazos, en el Centro de Cáritas para emigrantes deTaalabaya. Vamos en automóvil a quince minutos de allí. Hay un campamento de tiendas en Dahlamjeh con 200 familias, un surtidor de agua para llenar las garrafas, y cientos de niños. Letrinas y cal. Hay casi 40 grados en la sombra. Aunque allí solo hay sol. Poca ropa, nada de leche, ningún pañal, nada de comer, sólo lo que podemos dar junto a Cáritas. En la zona, censadas por Cáritas hay 800 familias. Una parte están en casas alquiladas en Zahle, que es una pequeña ciudad cristiana, en la Bekaa este. Los cristianos más pobres están refugiados aquí. Algunos cayeron heridos en los enfrentamientos, otros tienen enfermedades crónicas, como la diabetes, y no hay medicamentos. Empezamos a ayudar en esta zona.

En la Bekaa norte hay cuatro campos. Dos están cerca entre sí, Al Fakiha y Ras Baalbek, 160 familias. En los campos de Masharic Kaa y Ersal hay 1070 familias. Empezamos a ayudar en los campos más pequeños. Podemos abrir, con treinta voluntarios libaneses, una escuela para 500 niños.

Es solo el inicio.

Algunas imágenes de los campos y del reparto de ayudas

 

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