«Morir de esperanza», una liturgia del nombre por las vidas apagadas en las rutas migratorias

En una abarrotada Iglesia de Nuestra Señora de las Maravillas, la Comunidad de Sant’Egidio en Madrid recordó en una liturgia profundamente emotiva presidida por el vicario episcopal de Pastoral, José Luis Segovia, a las 5.839 personas que a lo largo del último año han perdido la vida en el Mediterráneo, el Atlántico y en las diferentes rutas terrestres hacia Europa. Desde 1990 a la fecha, más de 72.000 personas han muerto tratando de alcanzar el «continente del bienestar», un 40% de ellas eran mujeres y niños.

“Una tragedia de estas dimensiones debe sacudir nuestras conciencias y empujarnos a trabajar para proteger la vida de las personas migrantes, abriendo vías legales y seguras, además de promover la paz y el desarrollo en los países de origen”, afirmó al inicio de la celebración la responsable de la Comunidad de Sant’Egidio Madrid, Tíscar Espigares.

“Los nombres de estas personas deberíamos escribirlos en nuestro corazón, porque todos ellos son los de Jesús, que se identificó con los pobres y, de una forma especial, con los migrantes”.

Durante la liturgia, se conocieron desgarradoras historias como la de Jasmine, una niña de 11 años de Sierra Leona, única superviviente del naufragio del 9 de diciembre de 2024. Pasó tres días aferrada a dos flotadores en medio de una tempestad, tras hundirse la embarcación en la que viajaba junto a otras 44 personas que habían partido de Túnez. También se mencionaron los nombres de Mohammed (Túnez), Abdin (Bangladesh), Arargh y Saba (Eritrea) y la pequeña Fate, de Nigeria, fallecidos junto a otros 590 migrantes en el tramo de mar entre Túnez y Argelia.

Un recuerdo especial se dedicó a Adama y Mami Keita, de Guinea Conakry, víctimas del naufragio de La Restinga, en la isla canaria de El Hierro, el pasado 28 de mayo de 2025. Asimismo, se evocó con dolor la historia de Ahmed Elewdan, Seifalla Elberltagy y Ahmed Samra, tres adolescentes egipcios que murieron congelados en la frontera de Bulgaria el 26 de diciembre de 2024, intentando buscando un refugio que nunca encontraron en Europa.

A medida que se iban conociendo los nombres y las circunstancias en las que murieron estos buscadores de esperanza, muchas velas se fueron encendiendo en señal de memoria, compromiso y luz para cada vida apagada.

«Queremos romper el silencio clamoroso sobre la vida silenciada y tristemente apagada de tantos hermanos. Pronunciando sus nombres, expresamos la singularidad de cada vida”, destacó el vicario José Luis Segovia.

“La viuda del Evangelio que clamaba justicia a un juez injusto tiene hoy muchos rostros: el de las madres que buscan a sus hijos desaparecidos en el desierto o en el mar, el de las personas desplazadas, el de quienes llaman a nuestras puertas y solo reciben muros, puertas cerradas y leyes que parecen carreras de obstáculos.”


Asimismo, Segovia también subrayó la dimensión espiritual y social de este drama:

“Cada cuerpo que se hunde en el mar es un grito de esa oración silenciosa que no deja de clamar: ‘hazme justicia, Señor’. Muchos se enfrentan a instituciones sin corazón, a leyes que no miran a las personas y a una sociedad anestesiada que ni teme a Dios ni escucha el clamor de los pobres.”

Como cada año, el coro de la Asociación Karibu acompañó la celebración con cantos africanos llenos de fuerza, vitalidad y esperanza, recordando el espíritu de un continente que sigue siendo tierra de dolor y de vida. Sus voces evocaron la dignidad y el coraje de tantos migrantes que arriesgan todo en los “viajes de la esperanza”.

“Morir de Esperanza” no es solo una liturgia conmemorativa que la Comunidad de Sant’Egidio organiza desde hace más de dos décadas. Es una llamada a romper la indiferencia y a construir una cultura de la acogida. En un tiempo marcado por la polarización y el rechazo, esta eucaristía nos recuerda que cada vida tiene un valor infinito, que la memoria es resistencia y que la esperanza sigue viva, incluso en medio del mar y de las situaciones más extremas.

Escucha la homilía completa de José Luis Segovia, vicario episcopal de Pastoral:

Galería completa de imágenes (Click para acceder al álbum completo)

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