La Razón 22/12/2012: Tíscar Espigares, de Sant’Egidio, comenta la situación de las personas sin hogar en España tras la última encuesta del INE.

ENCUESTA DEL INE

SOCIEDAD / POBREZA

Los «sin techo» tocan fondo

  • El 45% de las personas sin hogar antes habían perdido su empleo. El número de españoles que acude a comedores sociales no deja de crecer

21 de diciembre de 2012. 13:05hB. V. Conquero / A. Conde.  Madrid.

Las familias ya no pueden salir a cenar una vez a la semana, ni se van a Benidorm quince días en agosto y, lo peor de todos, muchos han perdido sus hogares. Así lo confirma la última Encuesta a las Personas sin Hogar del Instituto Nacional de Estadística (INE): El 57,7 por ciento de las personas sin hogar tiene menos de 45 años y cinco de cada diez tiene hijos a su cargo. Lamentablemente los datos suenan familiares. Los medios no dejamos de repetirlo con cada nuevo dato. Lo peor de este último informe es que refrenda lo que muchos analistas ya vaticinaban: que a la pérdida de empleo no sólo le seguía la pérdida de cierto estatus, sino que el 45 por ciento de las personas que no tienen casa la han perdido por no tener una nómina que pueda sufragarla cada mes. Esta situación no sólo cambia el ritmo de vida, también afecta a la mente.

Abraham Maslow, definió su teoría de las necesidades humanas, de manera que mantienen una jerarquía entre sí. «En la base estarían las fisiológicas, las relacionadas con la alimentación o el descanso que confieren pilares básicos del equilibrio. Y justo encima las relacionadas con la seguridad, donde destaca la vivienda. El hogar es algo más que un techo bajo el que cobijarse en los días de lluvia, se trata del espacio donde nos debemos sentir seguros», sostiene Javier Quintero, jefe de Psiquiatría del Hospital Universitario Infanta Leonor.

«Impresiona cómo la degradación ha crecido desde la crisis. La evolución es cada vez mayor y no dejamos de recibir nuevas peticiones», explica Tiscar Espigares, responsable de la Comunidad de Sant’Egidio en Madrid. Ella, junto a un amplio grupo de voluntarios, recorre el centro «amplio» de Madrid –van desde la Puerta de Toledo, pasando por Plaza de España hasta Embajadores– dos veces por semana, dando cenas a las personas que no tienen un techo bajo el que cobijarse. «Ya no sólo damos comidas calientes, también repartimos legumbres y conservas para familias que para mantener su casa sacrifican el dinero destinado a comida», explica minutos antes de entrar en una reunión sobre la comida que preparan para el día de Navidad: «Si el año pasado repartimos 800 raciones, el próximo martes 25 de diciembre daremos unas 1.000». Uno de los grupos más vulnerables a los que ayuda Sant’Egidio son los ancianos. Su número también ha aumentado a la hora de demandar comida y es que «a su problema económico se suma la fragilidad de su cuerpo», insiste Espigares.

«Ahora estamos viendo tipologías que nunca ha habido en esta clase de lugares», asegura Juan Antonio Diego. Él es el responsable del centro Santa María de la Paz de los Hermanos de San Juan de Dios en Madrid. Allí, unos 90 hombres reciben una segunda oportunidad en forma de cobijo, alimento, formación y dignidad. «Cada vez más vemos a personas que tenían una vida normalizada pero, bruscamente, se cortó alguno de los hilos que sostenía su mundo y se quedaron sin nada. Toda su vida se desmoronó como fichas de dominó», afirma Juan Antonio.

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