Gente de Paz, el jeque Hassan al Hawad y la Fundación Gandhi, juntos a favor de los refugiados eritreos del Sinaí

La conferencia de la Comunidad de Sant’Egidio.

El martes 21 de mayo, la sala de conferencias del antiguo Complejo Hospitalario San Gallicano acogió el jeque Mohammad Ali Hassan Hawad y al Dr. Alganesh Fessaha, de la ONG GANDHI, organización no gubernamental fundada en 2003 en Abidjan, Costa de Marfil, por iniciativa de médicos, profesores universitarios y profesionales de África con el objetivo de concienciar a la población  sobre el abandono de niños y adolescentes y el sufrimiento de las mujeres.

El jeque Mohammad Ali Hassan Hawad es un joven e influyente clérigo egipcio que desempeña un papel humanitario generoso gracias al cual muchos refugiados eritreos atrapados entre Sudán y la península del Sinaí se salvaron de un destino de muerte. Su actividad sigue los principios religiosos del Islam y es muy conocida en toda la región. Durante los últimos años, los medios de comunicación internacionales han hablado de él.

El jeque logró rescatar a muchos refugiados al liberarles del tráfico de seres humanos, que tiene libre curso en la región debido a la inestabilidad permanente. La mayoría de los refugiados proceden del Cuerno de África y huyen de la pobreza y de los regímenes opresivos.

La conferencia fue organizada por «Gente de Paz», de la Comunidad de Sant’Egidio, y a la misma asistieron miembros de las organizaciones humanitarias que trabajan para los refugiados, ciudadanos eritreos, mediadores interculturales y representantes de varias embajadas.

Se destacó la valiosa labor humanitaria que se está logrando gracias a la sinergia de voluntarios de diferentes religiones y culturas: como dijo el Papa Francisco en la víspera de Pentecostés, queremos trabajar en «una cultura de encuentro, una cultura de la amistad, una cultura en la que nos encontremos con los hermanos, donde podamos hablar con aquellos que no piensan            como nosotros, con los que tienen una fe diferente. »

La conferencia estuvo marcada por el entendimiento mutuo, a pesar de la diversidad de las tradiciones culturales y religiosas y, sobre todo, reforzó la perspectiva de un futuro con una cooperación humanitaria más intensa para la promoción y protección de los derechos de los más débiles en una de las zonas más sensibles de África y del mundo.

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