El Faro de Vigo (30/11/2012): Ciudades por la Vida

Antonia Tato Fontaíña

El 30 de noviembre se celebra en todo el mundo la Jornada Ciudades por la Vida contra la Pena de Muerte. Se conmemora que ese mismo día, en 1786, el Gran Ducado de Toscana abolió la pena de muerte convirtiéndose así en el primer estado europeo en dar tal paso. El actual movimiento nació en 2002 de manos de la organización italiana Comunidad de Sant´Egidio apoyada por la Coalición Mundial contra la Pena de Muerte, a la que pertenece Amnistía Internacional y otras 63 organizaciones. Su objetivo es la abolición universal de la pena capital reforzando su dimensión internacional.
La convocatoria de esta jornada cumple pues 10 años de celebraciones de distintos actos en ciudades de todo el mundo. Una gran parte de las más de 1.400 ciudades que hoy participan muestran su compromiso con la vida iluminando algunos de sus edificios más significativos (el Colisseum de Roma, el Atomium de Bruselas o, este año, el Palacio Real de Madrid), al tiempo que exigen que se paralicen todas las ejecuciones en el mundo. Cada año son más las capitales, ciudades y villas que participan en este simbólico acto, muchas de ellas en países en los que la pena máxima sigue vigente. Es también el período de la historia en que la pena capital ha sido más cuestionada.

Iniciativas como ésta señalan el imparable camino hacia la abolición de la pena capital recorrido en los últimos diez años. Si comparamos las cifras actuales con las de los años sesenta vemos que progresivamente más y más países se han ido uniendo a la corriente abolicionista. En el momento actual hay 140, dos tercios del total de los del mundo, que ya no tienen pena de muerte; 58 la mantienen, aunque 34 no la aplican en la práctica. En su constante defensa de los Derechos Humanos también Amnistía Internacional Vigo ha realizado actos en la calle para expresar su apoyo a la vida, su oposición a la pena de muerte, que es la más radical negación del más importante derecho, el derecho a la vida. Cuando la aplica, el Estado pisotea la dignidad humana, se convierte en dueño y señor de la vida en nombre de una justicia que está lejos de ser infalible, como la historia continuamente nos demuestra. Precisamente la irreversibilidad de este castigo, la imposibilidad de corregir los errores, es uno de los principales argumentos en contra.

Amnistía Internacional se opone sin reservas y en todos los casos a la ejecución de seres humanos, considerándola una afrenta a la dignidad y el reflejo de una cultura de la violencia, más que una solución a la misma, tal y como demuestra el hecho de que en aquellos países en que todavía se aplica, los estudios demuestran que el número de homicidios ha aumentado. Datos como este no detienen, sin embargo, a un grupo de países irreductibles como son China o Arabia Saudí que junto con Irak, Irán y Estados Unidos son los autores del 90% de las ejecuciones en el mundo.

La Jornada Mundial Ciudades por la Vida enciende una luz de esperanza, es una ocasión de movilización individual, local y global con el objetivo de conseguir un mundo en el que la pena capital no sea más que un mal recuerdo.

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