Fiesta de San Egidio, el Santo que inspira nuestra opción por quienes viven al margen

Cada 1 de septiembre la nuestra Comunidad celebra la memoria de su patrono, San Egidio (o San Gil Abad), un santo venerado como protector de los pobres, los enfermos y los olvidados. En la pequeña iglesia romana de Trastevere dedicada a este Santo empezó a reunirse una naciente Comunidad de Sant’Egidio en febrero de 1968.
San Egidio vivió entre los siglos VII y VIII, y la tradición cuenta que convivía con una cierva que lo alimentaba con su leche. En una ocasión, mientras protegía a este animal de una flecha de caza, fue herido en una mano. Esta imagen, con la que se le representa habitualmente simboliza su compasión por la creación y su valentía para interponerse ante el mal y la violencia, incluso a costa de ser herido.
Su fama de santidad se extendió pronto, y en la Edad Media fue considerado patrono de los leprosos, tejedores, tullidos y mendigos. Muchos peregrinos de toda Europa, en su camino hacia Santiago de Compostela o Roma, encontraban en las iglesias dedicadas a San Egidio un lugar de descanso, alivio y esperanza para quienes buscan una mano tendida.
Quince siglos después, la vida de San Egidio sigue inspirando a la Comunidad que lleva su nombre. Al igual que su patrón, la Comunidad de San Egidio ha elegido estar cerca de personas sin hogar, ancianos solos, refugiados, migrantes, niños en dificultad, esos «desheredados de la tierra» que a lo largo de las décadas han sido nuestros maestros de humanidad, amigos y hermanos en la solidaridad.
El recuerdo de San Egidio interpela también en nuestro tiempo, marcado por la guerra, la pobreza y la indiferencia. Su gesto de interponerse para salvar la vida de un animal que sería herido, simboliza la opción de la Comunidad de San Egidio de oponerse a la lógica de la violencia y del descarte para proteger la vida de los pobres.
En esta festividad, la Comunidad de Sant’Egidio renueva su compromiso de seguir a Cristo en su opción por los últimos, convencidos de que, como enseñó San Egidio, la santidad se encuentra en reconocer como hermanos y proteger a quienes demasiadas veces son dejados al margen.